Josep Vilà Clara (Palamós, 5/5/1910-la Bisbal d'Empordà, 27/1/1989) es una figura trascendente en la historia moderna de la cerámica bisbalense y, por extensión, de toda Cataluña; uno de los pioneros que supo hacer el paso de la alfarería tradicional en la cerámica de autor considerada como objeto de arte, y el fundador de una familia de ceramistas que con sus creaciones han sabido dar relieve y calidad a la cerámica de aquí.
Una personalidad decisiva tanto por la influencia de su maestría -su propio hijo es el mejor ejemplo- como por su papel de fundador de una de las empresas más representativas de la cerámica bisbalense contemporánea, Vilà Clara Ceramistes, un negocio familiar que, partiendo de cero, ha ido creciendo hasta el día de hoy, y sin que la cantidad haya ido en detrimento de la calidad.
Espectador y protagonista privilegiado de la transformación que vivirá la cerámica bisbalense desde mediados de los cuarenta y durante toda la segunda mitad del siglo XX, Josep Vilà Clara murió en 1989 y su legado es una obra cerámica extensa y de gran categoría. Su principal mérito es, sin duda, haber sido capaz de convertirse, sin un conocimiento heredado y de manera totalmente autodidacta (contando sólo con su propia creatividad, dominio del dibujo y espíritu de investigación), en un consumado ceramista, responsable introducir en la cerámica tradicional bisbalense nuevos elementos de forma y color que consiguieron un renovamiento, siempre fiel al pasado, de esta alfarería popular logrando, con sus productos, una excelente ejecución y una categoría artística mucho más que notable.
Terminada la Guerra Civil y devuelto a la Bisbal, Josep comienza a trabajar en actividades de carácter eventual hasta que a mediados de los cuarenta se incorpora en el obrador de cerámica del Sr. Farraró, dedicado a la fabricación de piezas auxiliares a la construcción (canales, tortugas, tejas, canalones, tubos ...). Allí coincidirá con dos trabajadores, el Sr. Serra y el Sr. Poch, con los que establecerá una buena amistad y confianza, tanta como para asociarse y asumir con ellos el traspaso del taller una vez Farraró deja el negocio por jubilación. Podríamos decir que este es el primer contacto directo que tiene Josep Vilà Clara con la cerámica.
Cabe decir que entonces, cuando Josep inicia su aventura como "artesano ceramista" (tal como a él le gustaba llamarse) la cerámica de La Bisbal se encontraba inmersa en una situación de crisis y de profunda transformación. Una situación que habría sido terminal si a principios de los años cincuenta del siglo XX no se hubiera producido el fenómeno del turismo. Será entonces cuando algunos obradores bisbalencs reorientarán y adaptarán su producción variando los usos y utilidades tradicionales en función de las exigencias estéticas de este nuevo público, y transformarán los antiguos vasijas tradicionales en objetos básicamente decorativos.
La aventura conjunta con el Sres. Serra y Poch no resultó. Terminada la sociedad Josep se instala en un cobertizo que le deja el Sr. Sabater dentro de su fábrica; las primeras vajillas y las primeras baldosas decoradas por la mano de Vilà Clara surgirán de este entresuelo. Estos primeros trabajos ya marcan el estilo al que se mantendrá fiel a lo largo de toda su trayectoria, con sus reconocidas composiciones figurativas inspiradas en escenas costumbristas del Empordà.
En 1955, ante el éxito que alcanzan sus cerámicas, Josep Vilà Clara decide adquirir un inmueble en la calle 6 de Octubre, donde aún ahora la familia tiene la tienda. Desde el principio, contará con la colaboración de su hijo Josep, llavors adolescent, entonces adolescente, el cual comienza a mostrar su talento.
El nuevo taller familiar se convertirá en una buena plataforma para estimular el desarrollo de la personalidad y talento de Josep Vilà-Clara hijo. Con su entrada, se produjo en el taller una primera división y especialización del trabajo: el padre tenía cuidado de todas las cuestiones relacionadas con el dibujo y con la tienda; en cambio, la tarea del hijo se orientó hacia empleos más propias del oficio, tales como amasar el barro, el modelado en la rueda, el hornear, el desenfornar... En los trabajos de peonaje los ayudaba el Sr. Poch, buen amigo de Josep Vilà ya desde la etapa de Can Farraró.
La buena acogida que tendrá la cerámica producida en la casa, especialmente por el turismo extranjero que empezaba a frecuentar nuestro litoral y después por los veraneantes (mayormente barceloneses) con segundas residencias en el Empordà, provocará en breve la necesidad de contratar más personal para de poder atender la fuerte demanda y una nueva reorganización del taller. Esto sucedía en 1958.
Los años sesenta y setenta del siglo XX serán unos años de gran actividad para Vilà Clara Ceramistes, años de singularización de su cerámica: es en este momento cuando empezamos a encontrar la colaboración del taller con artistas o arquitectos de renombre y la participación en exposiciones colectivas en todo el estado.
A finales de los años sesenta, la demanda de cerámica de la casa continúa creciendo y Vilà Clara Ceramistes se ven obligados otra vez a mejorar y modernizar el equipamiento del taller, será el año 1968. Será también durante estos años cuando empiezan a llegar los primeros reconocimientos al fundador, como la Medalla de Bronce al Mérito Turístico, la Medalla de Plata al Mérito Artesano, o la Medalla de Oro del Premio Nacional de Artesanía. Como colofón, en 1971, Josep Vilà Clara será reconocido con el título nacional de Artesano Ejemplar.
La organización del trabajo establecida en 1968 perdurará hasta el año 1972 cuando el taller propiamente dicho se traslada a la otra junto al “camí fondo”, al Rec d'en Tunyeca (lugar donde estuvo instalado hasta el año 2009). Es en este momento cuando Joan Vilà-Clara Garriga, el hijo menor del maestro, se incorpora al negocio familiar; desde entonces, además de trabajar en el taller, Joan se encarga de las tareas de carácter técnico, comercial y administrativas propias de la gestión de la empresa.
Con la muerte del fundador en 1989, el taller será regentado desde entonces por sus dos hijos, Joan y Josep Vilà-Clara Garriga. Hoy, Vilà Clara Ceramistes ofrece una extensa gama de productos y piezas de diferentes utilidades. Podemos encontrar desde una pieza única y exclusiva de autor hasta una pieza de decoración para el hogar de un estilo más clásico o más moderno, pasando por una gran variedad de servicios de mesa, tanto en cuanto a las piezas como la combinación de colores y estilos o revestimientos de calidad elaborados artesanalmente para baños o cocinas.
Josep Vilà-Clara Garriga lleva la dirección artística del taller, realizando piezas de autor que le permitieron una gran libertad creativa y plástica. A diferencia del padre, su obra y sus búsquedas le han llevado a valerse menos de los recursos estrictamente decorativos y apoyarse más en la calidad de los materiales. Artista sobrio y detallista, paciente, alejado inicialmente de la disciplina de las bellas artes y de cualquier tradición artística, su obra surge de la investigación constante y de un conocimiento profundo del proceso técnico.
En este sentido, Vilà-Clara Garriga tendrá una evolución que le llevará de manera gradual a abandonar el repertorio de temas figurativos, esquemáticamente realistas (donde predominan imágenes femeninas: cabezas, caras, torso desnudos, hechos de relieve ocupando todo el espacio, o en placas en que aparecen combinados con temas vegetales o con ejercicios puramente geométricos de una gran perfección formal y estética), para diseños mucho más cercanos a la abstracción. Un proceso que se inicia en la exposición Cerámica Moderna, realizada en 1975 en el mismo Taller-Estudi Vilà Clara, y que ya encontramos consolidado en 1977 cuando expone en la Galeria Matisse de Barcelona, donde las piezas (placas, paneles, relieves, esculturas ...) muestran ya la plasticidad que caracteriza su cerámica.
Una plasticidad que consigue innovando texturas, estilizando figuras dentro de una fantasía geometrizante y que encuentra una particular expresión en los relieves y placas murales los que se acercan mucho a otras disciplinas artísticas, como la pintura o la escultura (como si la espectador, acostumbrado a los tradicionales campos de la pintura y la escultura, viera pintura en los paneles y escultura en los relieves y objetos en tercera dimensión).
Realitzado por Anna Vilà-Clara Aguilar
De manera paralela a la producción de la exposición, el Museo editó el catálogo donde se da a conocer la obra cerámica extensa y de gran categoría de Ceràmiques Vilà Clara y se pone de manifiesto el papel fundamental del taller en la historia de la cerámica bisbalense contemporánea.
El catálogo también reúne y muestra obra que se encuentra dispersa en manos particulares, y especialmente pone al alcance de todos el importante fondo Vilà Clara que custodia el Museo, una colección de gran valor histórico-artística, tanto por su variedad estilística como técnica.
Descargar el catálogo (sólo disponible en catalán) en pdf.
Producción y organización: Terracotta Museu de Ceràmica de la Bisbal
Comisariado y coordinación: Xavier Rocas Gutiérrez
Soporte de coordinación: Adela Piera Goñi
Textos exposición y catálogo: Xavier Rocas Gutiérrez
Fotografías: Joan Vilà-Clara Garriga, Ferran Vilà-Clara Grasiot, Anna Vilà-Clara Aguilar, Antoni Bofill Miquel i Adela Piera Goñi
Audiovisual: Anna Vilà-Clara Aguilar
Asesoría lingüística: Jordi Curbet Hereu
Documentación: Arxiu Comarcal del Baix Empordà, Arxiu Municipal de Palafrugell, Terracotta Museu i Arxiu família Vilà-Clara
Diseño gráfico exposición: Glam, Comunicació i Disseny
Diseño catálogo: Comunicatek Impacte Visual SL
Terracotta Museu expresa su agradecimiento a las personas que han hecho posible la muestra, desde los particulares que han prestado imágenes o piezas, hasta las instituciones que han ayudado en las tareas de investigación y documentación (Arxiu del Baix Empordà y Arxiu de Palafrugell). Y muy especialmente a los hermanos Josep y Joan Vilà-Clara Garriga y, por extensión, a toda la familia Vilà-Clara, así como al Ajuntament de Sant Feliu de Guíxols, a Maria-José de Alier y Joan Botey, a Carme Banyeras, a “La Caixa” (oficina 31, de la Bisbal), a M. Elena Cuyàs i Eduard M. Solé, a Alfons Duch, a Dolors Farraró y Albert Vancells, a Jordi Frigola, a Miquel Genovat, a M. Josefa Goñi y Ramon Piera, a Enric Grassiot, a Carme Iborra, a Josep Lloberas, a Josep Massaneda, a Montserrat Marlet y Marc Romeu, a Elda Mata y Mariano de Salas, a la Mútua Bisbalenca, a Anna y Nuri Pérez, a Josep Puig, a Emili Puigbert, a Carme Pujol, a Carles Roqué, a Dolors Ros, a Dolors Valls, a Ma. Dolors Vilà y Enric Rutllan, y a todos los clientes y amigos que con su fidelidad han hecho posible la trayectoria de Vilà Clara Ceramistes a lo largo de casi 70 años.